Esta es mi bandera

Esta es mi bandera
Me siento identificado

martes, 23 de noviembre de 2010

CONVIVIR COMO UN PATITO FEO


He comenzado mi vida como universitario y me he venido a vivir a Granada. Tenía miedo de no encontrar piso y de que no me aceptaran como compañero por se gay. Visité bastantes pisos y disimuladamente me dieron largas o me dijeron que ya me llamarían (Por suerte o por desgracia mis gestos y forma de hablar me delatan). A última hora y cuando ya pensaba irme a vivir a una residencia encontré a dos chicos que buscaban piso y me fui a vivir con ellos. Nos llevabamos bien y cogi confianza con ellos asi que aunque fuera algo obvio les confesé que era gay. Me hicieron muchas preguntas y les contesté y en un primer momento parecía que todo iba a ir bien.

Pasaron los meses y conocí a un chico que me gustó mucho, comenzamos a salir y le dije que viniera al piso a conocer a mis compañeros cosa que ya noté que no les hizo mucha gracia. Durante la cena se mostraron algo tensos y muy callados con mi chico y despues nos pusimos a ver una pelicula, sin querer incomodarlos estuvimos cariñosos y mis compis se marcharon del salon con excusas. Cuando mi novio se marchó me dijeron bastante cabreados que no estaban dispuestos a aguantar mariconadas en su casa y que evitara que cuando ellos estuvieran viniera mi novio al piso y a partir de ahi empecé a notar mucho rechazo conmigo. Tenía que aguantar sus bromas pesadas y para colmo las bromas de los amigos que ellos traían al piso. Cansado y a modo de protesta mi chico se vino a vivir conmigo y el acoso por parte de mis compañeros fue a mayor, nos sentiamos muy mal pero estabamos dispuestos a luchar porque ante todo somos personas iguales que ellos y si ellos no eran capaces de comprendernos no era nuestro problema.
Un día vino uno de mis compañeros bastante mal contándome que su hermano le habia confesado que era gay, que en el insituto lo estaban acosando y que su familia lo estaba pasando muy mal. Me pidio perdon y me dijo que a raíz de lo que le habia pasado a su hermano le habia ayudado a entender la situacion por la que yo estaba pasando.

Las cosas han comenzado a ir mejor, no me entienden mucho pero poco a poco estan comprendiendo que no somos bichos raros ni que todos los gays somos locas. Tenemos sentimientos y auque pase mucho tiempo la sociedad acabará comprendiendo que tenemos derecho a una vida normal sin acosos ni insultos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Eliminemos los prejuicios silenciosos y sutiles.

Esta es la realidad.

Vivís en un mundo en el que no os critican, sois felices como sois. Yo trato de serlo, pero ¿lo conseguiré?
Con 25 años vivo escondido, y con muchas ganas de salir. No me gusta que me miren descaradamente, porque yo no los miro de reojo.

Con 10 años comencé a notar que no me gustaba relacionarme con compañeros de mi mismo sexo, porque sentía cierto rechazo, críticas, burlas por mis propios compañeros por mi forma de ser y mis gustos. Esto me llevó a relacionarme con las niñas de mi clase, aun así escuchaba comentarios de mal gusto hacia mi persona. ¿Por qué, si yo era igual que ellos?

Con ellas me sentía cómodo, hablábamos de temas que me gustaban, y nunca me miraban como si fuera un bicho raro. Era uno más entre ellas, no me veían como al resto de los chicos, pero tampoco diferente. Mientras que ellos se hacían de notar entre las chicas, yo me dedicaba ha escucharlas y llevarme bien con ellas.

En casa, ocultaba mi forma de ser por miedo al rechazo de mi familia, pero era inevitable. Ellos notaban algo pero creían que era algo de la edad, que con el tiempo maduraría y me convertiría en un machote. Me rectificaban gesto, me prohibían ver novelas y demás, y me obligaban a parecerme cada vez más a mi hermano mayor. Era el ejemplo a seguir.

Con la entrada en el instituto, las críticas por parte de mis compañeros aumentaron, ya no me relacionaba casi nada con mis compañeros, tal y como lo hacía en el colegio. Las relaciones disminuían día a día. Lo único bueno que recuerdo en esta etapa de mi vida era el apoyo de los profesores debido a mis buenas notas pero no por mi forma de ser. Incluso ellos me miraban raro.

Mientras que los demás disfrutaban de la vida de adolescente, yo me encontraba en mi cuarto con miedo al rechazo de la sociedad, tenía pánico a que cuando me conociera la gente me rechazara, por lo que prefería quedarme en casa, ya que no sabía como actuar ante el mundo.

Mi hermano, tres años mayor, comenzó una relación con una chica, muy simpática y guapa por cierto. Por lo que yo decidí seguir su ejemplo como mis padres me obligaban. La relación con mi hermano era muy distante porque siempre dijo que yo era la oveja negra de la familia y en momentos de bajón, incluso me lo creía.